DEL PSICOANÁLISIS I
Hacemos un flaco favor a muchos eminentes
pensadores si les sacralizamos sin medida y sin crítica. Y creo que es una
buena medida de prudencia de la razón otorgar a múltiples culturas de pensamiento, a formas distintas de discurso (poesía,
filosofía, etc.) cabida en la conformación de nuestra postura ante la realidad.
Un ejemplo de esto, que no es eclecticismo sino sabiburía temprana, nos lo
proporcionaba nuestro amigo Daniel Arana cuando afirmaba:
..Así es que, al final,
los devotos militantes de las letras acabamos interactuando con la herencia judía,
con el psicoanálisis lacaniano, con la herencia griega, con Wittgenstein o un
enloquecido Bataille, o tal vez los cautelosos Gide y Mauriac. Acaso con Derrida
y también un enemigo suyo, metafísico en la Sorbona, con alguien que busca
recobrar un tiempo perdido, con un Principito pensante…
Naturalmente, no podemos impedir que para
muchos haya un solo o unos (muy pocos) pensadores
acertados para comprender y diagnosticar
la realidad, sea uno, otro o varios de los <<viejos>> o los <<nuevos>>
relatos interpretativos (el marxismo, el psicoanálisis, el liberalismo, la
posmodernidad, etc.).
Vamos
a hablar un poco precisamente del psicoanálisis o, mejor, en concreto de su
fundador, a propósito de lo que decíamos al principio. Mal favor se le hubiera
hecho a Freud y a su ciencia si no
hubiera sido cuestionada, corregida, interpretada o atacada desde diversas
instancias. Sacralizar ese o cualquier otro pensamiento es un error serio.
Freud cometió sin duda muchos errores entre descubrimientos geniales, que lo
hacen un hombre único y un gran avance para nuestra especie. Alguna vez ya
recurrimos al mismo o parecido ejemplo. No se puede pedir al primero que descubre un continente inmenso que
publique a continuación un mapa detalladísimo de todos sus contornos y de todos
sus accidentes. Descubrir la <<América>> del psicoanálisis, con sus
decenas de intuiciones útiles para la posteridad y la ciencia psíquica ya fue
una tarea inmensa y gigantesca, ¿cómo iba a ser fina y precisa hasta sus últimos
detalles? Por eso toda la crítica y refinamiento de las <<costas>>
y de la <<geografía>> del nuevo saber iba a ser obra colectiva,
aunque hubiera de nuevos unos cuantos pensadores geniales que dieran nuevos
saltos adelante cualitativamente importantes. El psicoanálisis no es una
interpretación del mundo; sus primeras apreciaciones son tan hijas de su tiempo
como los descubrimientos de Marx sobre el funcionamiento de la economía
capitalista. Su intempestividad no lo
libra de pensar con los instrumentos de su tiempo. Por eso no deben molestarnos
las críticas que se hacen a Freud en su apreciación de la religión, por ejemplo.
¿Cómo no iba a ser la religión concebida desde el punto de vista de un Padre a la vez temible y amoroso si esta
era la recreación dominante en creyentes y ateos? ¿Cómo se iban a apreciar en
aquellos tiempos las potencialidades liberadoras, no solo <<infantiles>>
de la creencia religiosa? De la misma manera que aún era imposible funcionar
fuera de una creencia devota y un tanto ingenua –avalada por la realidad de los
avances que se sucedían en el siglo- en las potencialidades de la ciencia? Esta
sensibilidad pro-científica caracteriza tanto a Freud como al menos a cierto
Nietzsche, el de las páginas de Humano,
demasiado humano, por ejemplo, cuando habla de la ciencia como un
instrumento útil para hacernos ver nuestros errores religiosos.
De la misma manera Freud no podía acercarse a
los pueblos primitivos para documentarse respecto al tema del tabú y del
totemismo sino con los instrumentos disponibles en ese momento: Frazer, Morgan,
etc. La antropología (entonces evolucionista) se hallaba en sus inicios. La
universalización de la existencia del complejo
de Edipo para todas las culturas, como un hecho estructural y determinante de
la vida humana, que parece Freud defendía ha sido y con razón ampliamente corregido.
¿Impide eso que sepamos con absoluta certeza, porque lo hemos visto y vivido en
decenas de conocidos que el Edipo es
una realidad incontrovertible en la vida de muchos individuos? No se trata de
defender a Freud, pues obras tan gigantescas se defienden solas. El psicoanálisis
nació para aliviar el sufrimiento de los enfermos mentales, ese es su horizonte
fundamental; lo que haya conseguido va en su haber. Todas sus contradicciones –algunas
muy evidentes, señaladas por Foucault en Enfermedad
mental y personalidad, por ejemplo, o las derivadas de su incapacidad (por
vivir en un mundo absolutamente mercantilizado) para ayudar a quienes no pueden
permitírselo son cuestiones importantes, pero no van a lo profundo de esta problemática. Ahora está al parecer de moda
atacar al psicoanálisis (Onfray es un ejemplo). Está bien, pero pensemos que de
la misma crítica se deriva la grandeza y la importancia de lo criticado, que
resiste épocas, modas y muchas otras formas de terapia que su posterioridad ha
visto nacer y desarrollarse en el siglo y pico que lleva vivo.
Mayo,
2020
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