PÁGINAS
jueves, 13 de julio de 2023
DE MARX Y DE MENOS
Fernando Savater asombra cada semana a los lectores de El País con su instalación completa en el pensamiento (y la defensa) de la Derecha, su odio a la izquierda gobernante y su buena disposición incluso hacia Vox. No siempre fue así, como recordamos todos sus lectores. Voy a traer hoy aquí un artículo de 1981 que consideramos de sumo interés porque sitúa los (sus) propios límites en relación con lo que se puede aceptar (o rechazar) como una posición decente para un hombre “público”. No hace falta decir que el –creemos- entonces aún “anarquista” Savater rechaza algunas de las cuestiones marxistas, históricas, que más tienen que ver con los continuadores y seguidores de Marx que con el pensador de Tréveris. Como en esa época -1981- la crisis del marxismo (y la moda) se ha pasado ya, comenta con claridad todo lo que entiende está muy bien que se haya marchado por la alcantarilla: “Entre lo que se fue con la fe marxista (allá donde esta se perdió, naturalmente) hay que señalar los dos abusos principales del dogma: el abuso científico y el abuso militar”. Con el primero se refiere a “Marx como descubridor y colonizador de continentes teóricos antes no soñados, adiós a la filosofía, a la psicología, a la crítica literaria, que no sepan la buena nueva de que el marxismo es el pensamiento insuperable de nuestro tiempo...”. Respecto al <>: “Marx como coartada del acaparamiento del poder por una minoría de burócratas sin escrúpulos, los trabajadores son nuestro más precioso capital humano, su moral y la nuestra, se haga lo que se haga, será revolucionario... […] Buen viaje lleven estos detritus en su descenso a las alcantarillas de la historia”.
Pero, continúa Savater, y esto es lo que nos interesa, también se han ido “usos muy lícitos de Marx”, que trataré de resumir para no alargar esta reflexión: “aquello de que el hombre no rescatará su humanidad del expolio hasta que el trabajo sea principalmente actividad creadora y no necesidad productiva; lo de que el Estado político propone en el plano ideal una universalidad igualitaria que encubre la concreta e hiriente desigualdad económica y de poder […] y, sobre todo, el lúcido rechazo de la <> de la economía de mercado, de las <> de la determinación de valores y precios, de las <> de la oferta y la demanda... formas de una fatalidad aparente que oculta prácticas sociales históricamente determinadas y tan susceptibles de intervención humana como cualquier otro evento histórico”. En resumen “ni dispuestos a contentarnos con Marx ni tampoco a conformarnos con menos”.
Bien. Está claro por qué Savater no se conforma con menos dado que –en aquella época, primeros 80- Nietzsche, Schopenhauer y Spinoza, entre otros, eran para él referencias más señaladas que Marx. En el espacio de sociedad que él imaginaba como <> el apego marxista a la intervención, al menos temporal, del Estado como director y garante del cambio revolucionario (la tan traída dictadura del proletariado) sería sospechosa y peligrosa para esa libertad horizontal y federada que pretendía el anarquismo. Mas lo importante son los tres elementos que están presentes en la doctrina del Marx teórico y que él considera irrenunciables para la construcción de una sociedad decente. En su ideario de entonces el Estado encubre desde su supuesta neutralidad intereses de grupos y de clases; el capitalismo es una forma histórica de esclavitud y sufrimiento de gran parte de los seres humanos, producida “voluntariamente” por hombres y no instaurada por la decisión fatal de ningún dios; por tanto, históricamente superable o modificable. Y, para nosotros, lo más importante: Savater señala con toda claridad, la idea de que el ser humano no puede ser completamente libre, no puede ser enteramente <> hasta que no rescate su humanidad del expolio, es decir, hasta que “el trabajo sea principalmente actividad creadora y no necesidad productiva” (algo impensable, bajo el sistema capitalista en aquella fase y también en esta, neoliberal).
Es evidente que no podemos estar más de acuerdo con Savater; rechazamos del marxismo exactamente lo mismo que él; abrazamos el marxismo por exactamente lo mismo que él. La pregunta que surge, y que nos hemos hecho a menudo, es: ¿por qué franquear y pisotear nociones lúcidas de justicia elemental y humana como las que se formulan en las razones por las que no hay que tirar a Marx al cubo de la basura? Como siempre que nos planteamos esta cuestión –sólo para Savater, los demás intelectuales escorados no nos interesan- la respuesta no se puede dar con claridad (pese a lo que conozcamos de la trayectoria del personaje que en gran parte ha sido pública, especialmente para el gran público por sus actitud y actividad contra el terrorismo etarra) y tendrá también que ver sin duda con nuevos pensamientos, nuevos conocidos, nuevas vivencias... Pero, ¿hasta el punto de renegar tan absolutamente de unas razones –no solo intelectuales, también vitales- que siguen siendo absolutamente necesarias y verdaderas en el contexto en que vivimos? Mas, nosotros no podemos dar cuenta de esta transformación intelectual y vital; nosotros, pobres, aún seguimos creyendo en aquellas
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