Ayer estuve leyendo un
artículo que saqué de un blog titulado algo así como "La cabaña de
Babeuf". No sé muy bien quién lo lleva, pero cuelgan cosas interesantes de
pensamiento. Hay alguien que habiendo hecho una tesis sobre el concepto de
autoridad en Ana Arendt, tenía allí un artículo en el que reflexionaba sobre la
derecha radical actual a través de citas de "Los orígenes del
totalitarismo". También citaba otros autores que se ocupan de la cuestión,
como Traverso. Te lo guardo fotocopiado, por si acaso. Te propongo -y es la
última vez que sugiero el tema- que reflexionemos un poco sobre ese asunto (el
artículo es un buen punto de partida, aunque se refiere a Vox). Si alguien se
anima mejor, todos enriqueceremos nuestras razones.
PÁGINAS
miércoles, 21 de agosto de 2019
INOCENCIA CULPABLE IV. ROBERTO
E incluso de Pericles
acuérdate de Tucídides cuando decía, en relación a Atenas, que "en nombre era una democracia pero que, de
hecho, estaba gobernada por su primer ciudadano". En Atenas, como lo
muestra Vidal en "Creación", la aristocracia gobernaba hubiera o no
democracia. Aparte de que el rango de <ciudadano> no sería aceptable en
los términos actuales. No es una cuestión sólo de clase sino de
especialización, porque la política diga lo que se diga es un trabajo. El
Estado surge ante la necesidad de personas encargadas de distribuir los
excedentes de la cosecha. Es probable que no sea "natural", que unos
hombres dominen a otros pero, desde luego, es lo que ha vivido la historia de
la humanidad en su mayor parte.
Sobre la educación. Ésta es
imprescindible pero no revolucionaria. Es una base pero se trabaja con personas
y no se las puede dominar, ni a éstas ni a sus pasiones. Todos los proyectos,
desde Platón, que han intentado construir una sociedad perfecta desde la
educación han fracasado estrepitosamente. La educación pública ha creado
mejores sociedades pero hay cosas que no van a desaparecer.
Y al contrario de lo que
dices, sí hubo ilustrados que fueron conscientes de los males que aquejan al
hombre en su faceta pública (por no hablar de la privada). Los Padres Fundadores son los mejores en este
sentido, como ya has podido comprobar. Hay dos referencias interesantes al
respecto: "Los orígenes ideológicos de la revolución norteamericana"
de Bernard Bailyn y "The Radicalism of the American Revolution", en
la que explican muy bien las prevenciones que los Fundadores tomaron para
preservar un orden republicano de los intereses privados y de cómo,
progresivamente, el orden político estadounidense viró desde este inicial
republicanismo hacia el liberalismo. De la importancia de servir a lo público,
a la importancia de garantizar la ganancia en lo privado. Un giro interesante
porque es comparable al que se dio a partir de finales de los años 70 con
Reagan y Thatcher, corrompiendo el consenso socialdemócrata.
martes, 20 de agosto de 2019
¿INOCENCIA CULPABLE? DEBATE III
MANOLO.- Parece que tendremos que admitir que la política sea un asunto de minorías,
que solo en momentos puntuales –como dices- la “multitud” irrumpe en la
historia; pero como sabes qué bien suenan los discursos de Pericles o del
Incorruptible cuando apelan a la plena responsabilización de los ciudadanos y
qué elitista (y por supuesto conjetural) suenan las palabras de aquellos
(Aristóteles, Platón) que dan por supuesto que solo los ociosos y propietarios
tienen interés en los asuntos públicos: esto no es un hecho ‘natural’ pero ha
actuado históricamente como si lo fuera. Así es. Incluso cuando triunfan las
revoluciones hechas por la mayoría y para todos, pronto las nomenclaturas se
apoderan de la estructuras del estado y se reproducen, aunque sea de otra
manera las jerarquías sociales. China. URSS.
Siendo cierto, no obstante,
llevamos demasiados siglos de vida racional, de instituciones liberales y de
estructuras educativas que deberían haber dado como resultado seres más
conscientes y volcados en la tareas públicas. Seres menos propensos a los
cantos de sirena de los nuevos populismos, etc. ¿Qué te voy a decir que no
sepas? Por otra parte, tal vez estemos sobredimensionando la capacidad de la
<<educación>> para cambiar o mejorar las cosas. Este presentimiento
ilustrado no fue un axioma infalible y los atentos a las pasiones más funestas
que ocultamos fueron muy pronto escépticos ante la buena intención de todos los
<jovellanistas> del mundo.
lunes, 19 de agosto de 2019
IGNORANCIA CULPABLE II. ROBERTO
ROBERTO
Bueno, el asunto que has introducido es bastante complejo. En primer lugar,
no creo que sea únicamente un problema de la democracia española sino de los
sistemas políticos asentados durante décadas en los países occidentales. ¿Hasta
qué punto la ignorancia es real? Hay asuntos que han despertado la conciencia política
de muchos como el Brexit o Trump (a favor o en contra). Sigue habiendo pasión
política y asuntos muy divisivos. Tus preguntas parecen orientadas más al día
día y sus problemas estructurales. Bueno, la política, como el estudio del
latín es un asunto de minorías. Lo ha sido siempre. Sólo en períodos muy de
extremos, como el período entreguerras, la política parecía ser un asunto
central en la vida de las personas. ¿Queremos volver ahí? La política y su
interpelación por la mayoría sólo cobran protagonismo en momentos
excepcionales. La gente tiene una vida.
Por otro lado, sí que hay ciertas cosas que no pintan bien. Por ejemplo,
hay una total indiferencia por los asuntos internacionales. La política es
vista como una cosa de élites y no como una práctica social de lo común. No hay
cultura de lo público. ¿A quién podemos exigir culpas? En el fondo son
dinámicas muy difíciles de controlar. Cosas como una asignatura de Educación
para la Ciudadanía eran un buen punto de partida. Existe una evidente falta de cultura
política. Los profesores de Ciencias Sociales no pueden cubrir
satisfactoriamente ese nicho. Los de filosofía creo que tienen temarios
demasiado abstractos como para poder hacer algo.
Por último, la cultura popular no favorece en nada una querencia por lo
político. Pensemos, por ejemplo, en las series que de alguna manera lidian con
el tema. Desde House of Cards a Juego de Tronos, la política es vista como algo
negativo y basado en conspiraciones, juegos personales y protagonistas
viciosos. La última serie optimista sobre el tema fue El Ala Oeste de la Casa
Blanca. Lo interesante aquí es que la cultura popular identifica la política
con los otros, con gente que no es del mundo del ciudadano de a pie. Hay, por
así decirlo, una diferencia cada vez mayor entre el "país oficial" y
el "país real". Nuestras democracias cada día se parecen más a la
Monarquía orleanista y a sus ministros liberales doctrinarios.
domingo, 18 de agosto de 2019
Ignorancia culpable
Son pocos los
intelectuales o cualquiera de los personajes que hoy influyen en la opinión
pública (pensemos en los <<tertulianos>>), que se atrevan a decir
claramente que hoy la ignorancia en general, y en asuntos públicos, en
particular, es una verdadera
<<culpabilidad>>, intransferible a otros. Si ya hace más de dos
siglos que Kant hablaba de esto al principio de su ¿Qué es la Ilustración?, insistiendo en que la opinión pública
debería empezar a ser ya mayor de edad, ¿qué podemos decir de una sociedad de
alfabetización completa, con estudios obligatorios y con millones de
licenciados universitarios? Y, sin embargo, mi impresión es la misma que
analizaba Antonio Muñoz Molina en uno de sus ensayos: la increíble incultura (también
política) de los ciudadanos españoles, su desapego a una verdadera implicación
en los asuntos públicos, su manifiesta conformidad con los eslóganes de los partidos
políticos, cuyos cuadros están por lo general también poco formados (pues relativamemente informados no quiere
decir formados). Los políticos reflejan sin duda ese exceso de incultura
general que advertimos con estupor, deprimentemente muy aguda en jóvenes
españoles por debajo de los 40 años. Esto es una desgracia que tiene, claro,
inmediata repercusión en la calidad de nuestra vida política, nuestras
decisiones electorales, nuestra falta de interés por los asuntos europeos, etc.
Pero, sin duda, empobrece también la calidad de nuestra vida civil; allí donde
no se habla de deporte se habla de <<política>> en términos
sumarios. Sin duda muchos factores contribuyen
a todo ello. ¿Qué papel juega la calidad de nuestros diarios, su falta
de neutralidad en los análisis y su sesgo escandaloso a favor de unas u otras
opciones políticas, su presencia, que se acerca a lo irrelevante, la
sustitución de la reflexión larga, leída,
meditada, por la consulta multitarea a la información digital? ¿Qué
responsabilidad la caída de la formación humanística en nuestras universidades,
de donde solo parecen salir especialistas?
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