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domingo, 15 de diciembre de 2019

NIETZSCHE Y LA CUESTIÓN SOCIAL




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Nietzsche no fue, efectivamente, un demócrata, signifique lo que signifique esta palabra en la segunda mitad del siglo XIX. Es verdad que casi nadie lo era en aquellos tiempos. No lo era el liberalismo, conservador o progresista, que abalanzaba a sus naciones  a la conquista del mundo sin preguntar democráticamente a asiáticos y africanos si votaban afirmativamente ser colonizados. No eran demócratas los marxistas. No creo que se necesario insistir mucho en ello. La redención del proletariado, su liberación pasaba por una revolución o toma del poder, en ningún caso por una actuación democrática. Entonces, ¿cargar las tintas contra el antidemocratismo de Nietzsche no resulta, al menos estéril?
 El libro de Nicolás González Varela, que solo conozco fragmentariamente aporta seguramente muy buenas razones para no considerar a Nietzsche un demócrata. Yo entiendo que sería mucho más productivo considerar en muchos aspectos a Nietzsche un <<burgués>> con alma aristocrática. Su aristocratismo parece fácil de ver por todos los que lo han leído un poco, aunque, de nuevo, el término puede llamar a confusión. Dada su plurisignificación. Dejémoslo para más adelante. Volvamos al Nietzsche <<burgués>>. ¿A qué me refiero si el fustigó con furia un mundo de tenderos y mercaderes, un mundo de los que tienen “su pequeño placer para el día y su pequeño placer para lo noche”? Me refiero a que su condición vital, su extracción sociológica y su carrera académica lo alejaban por completo de empatizar con aquello que llamamos la clase trabajadora de su época. Su vida, su modo de vida lo aleja por completo de entender y vivir el ambiente y las necesidades del mundo proletario. ¿Qué podía haber roto el ‘mundo’ que lo separaba de las clases sufrientes, como Marx se preocupó por ellas? Seguramente, pero nada en la dirección de su pensamiento lo llevó en esa dirección. En sus mejores momentos sobre la cuestión, contempla la <cuestión social> con aire de humanismo hasta cierto punto compasivo e invita a los obreros a salir de sus infernales cadenas de hierro (él sí es consciente de la durísima condición de vida de la nueva clase: “Los obreros modernos viven peor que los antiguos esclavos”) y los invita a marchar a América a fundar su existencia sobre otros modos de vida.
   Pero la humanidad mostrada hacia su situación se torna odio abismal hacia todo tipo de doctrinas socialistas. Son demasiado conocidos los textos de ataque a los anarquistas y los socialistas de su época, a los que enreda en un extraño maremágnum con la <democracia> para extendernos aquí. Al identificarlos con la moral del resentemiento (cristiana), al no-comprender en absoluto la noble aspiración de muchos anarquistas, por ejemplo, a un tipo de individualidad nueva (¡que en el fondo él también reclamaba); al reunir , repito, los conceptos de <socialismo> y <resentimiento> su comprensión del fenómeno quedaba limitada. Sólo veía individuos que ponen bombas y clases que aspiran a la igualdad política y social, cuando él consideraba la desigualdad  don natural y caprichoso de la naturaleza.






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