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<El existencialismo es un humanismo> de J. P. Sartre
El
existencialismo es ciertamente una moda cuando Sartre da su conferencia en
1946. Inicialmente tiene que explicarse ante dos posturas intelectuales,
perfectamente vivas en ese momento:
el marxismo y el pensamiento católico. El increíble dogmatismo del marxismo
francés de la época lo acabamos de encontrar también en otra parte, en el libro
de Didier Eribon sobre Foucault[1],
quien expresa las terribles críticas que recayeron sobre éste; como la
increíble ocurrencia de que Las palabras
y las cosas era un libro ¡de derechas!
La crítica
cristiana del momento es más interesante al proponer una “estricta gratuidad”
de todos los actos humanos si el horizonte de dios ha desaparecido. El problema
del <valor> de los actos sin una referencia normativa <suprahumana>
es capital en este trabajo de Sartre; también planea sobre él –aunque no se le
cite- la sombra de Nietzsche, la del #125 de La gaya ciencia.
El transcurso
de los párrafos y la explicación de Sartre hace muy difícil no ver la
pertinencia del texto también en nuestra
época, aunque el existencialismo haya pasado de moda.
La distinción
entre existencialistas <cristianos> (Jaspers o Gabriel Marcel) y
<ateos> puede ser pertinente para otra discusión (¿se puede ser
radicalmente existencialista si se cree en una realidad superior?). Ambos
existencialismos están de acuerdo –dice Sartre- en que la existencia precede a
la esencia, como él mismo dice “hay que
partir de la subjetividad”. Rastreando en la historia de la filosofía descubre
que lo contrario, es decir, que “el
hombre individual realiza cierto concepto que se encuentra en el entendimiento
divino” ha sido lo habitual en la historia de la filosofía (también en Kant
y en el pensamiento de las Luces). Aquí
Sartre no se refiere a quien como Nietzsche ha desmontado el edificio
metafísico y afirmado repetidamente la idea de que todo noción del tipo esencia
es sobrevenida a la existencia.
El existencialismo
que representa Sartre, el ateo, le parece más coherente. El hombre “primero existe” y “se define después”. Esto significa que un hombre es un proyecto que
se vive “subjetivamente”, y sobre él
descansa “la responsabilidad total de su
existencia”. Aquí podríamos detenernos en torno a la noción de
<responsabilidad>. Pero, por ahora lo más importante es ver cómo Sartre
liga la subjetividad individual al conjunto de todos los hombres: “no queremos decir que el hombre es
responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los
hombres” (pág. 22). Sartre está formulando a su manera el imperativo
categórico de Kant.
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