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sábado, 7 de septiembre de 2019

DEBATE. FASCISMO Y NEOFASCISMO IV


MANOLO.- Hay algo muy importante en algunas cosas que mencionas. Me refiero a que existía una “corriente subterránea” en el pensamiento europeo, al menos desde el último tercio del siglo XIX hasta 1914. Por supuesto está todo lo que mencionas: el incremento del antisemitismo (incluso se fabrica el famoso “Protocolo de los sabios de Sión”), el caso Dreyfuss (ahora convertido en película, creo que por Costa Gavras); está el darwinismo ‘nacional’ y su expresión imperialista, el racismo, etc. La filosofía ha estudiado bien ese fenómeno, hablando de las nuevas filosofías “irracionalistas” y “vitalistas”. Algunos autores se preguntan cómo pudo durar tan poco el sueño racionalista e ilustrado, lo que tiene que ver con lo que tú decías del siempre posible “retorno a la barbarie”. En cualquier caso la sociedad burguesa hastiaba a muchos pensadores, escritores, etc.; incluso Arendt hablaba de que “la enfermedad del siglo XIX, el aburrimiento, había estallado como un abceso”. Tipos como Ernst Jünger –creo recordar, hablo de memoria- decían con qué espíritu festivo, con qué alivio se tomaron el inicio de las hostilidades en 1914. Es verdad que a partir de 1918 se añadirían nuevos problemas, pero quizá sobre ese fondo, profundamente antidemocrático, que atravesaba clases enteras de la sociedad (por ejemplo, la alemana). El barniz cultural, el refinamiento, la ciencia, etc., que hacían destacar a esa nación, al parecer no eran nada cuando las condiciones objetivas externas encendían la mecha de la potencial barbarie de los individuos.


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