PÁGINAS

domingo, 22 de enero de 2023

ARTE Y PROPAGANDA

 

 

D

e una manera tangencial, sin profundizar en el contenido, leí el otro día como de pasada –creo que en alguna tribuna de El País- una afirmación con la que se puede estar de acuerdo: la misión del arte no es servir de propaganda (política). El arte, puesto al servicio de una causa o afirmación ideológica se empobrece profundamente en sus significaciones, se uniformiza, por decirlo así, en una sola dirección y renuncia a la plurisignificatividad y riqueza que debe acompañarlo. No queremos decir que las obras de arte deban ser ambiguas en su significado, sino que su mayor riqueza se encuentra a menudo en alejarse de todo “mensaje”. Ello no quiere decir que no encontremos ejemplos magníficos de arte al servicio de las ideas; en realidad lo ha estado siempre (piénsese en la propaganda de Augusto a través de sus representaciones escultóricas, o en el Ara Pacis). Pensemos en la fuerza de un Gernika o en un mural de Diego Rivera; son obras mayores, al margen de una clara intención política. Precisamente el artículo, creo recordar, ponía a Picasso como ejemplo de ese arte por el arte, arte como juego, como erotismo, como belleza o como deseo, arte como ganas de vivir, de vivir más, arte como promesa de felicidad. Y verdaderamente Picasso es todo eso casi siempre y en sus distintas épocas; aun que coyunturalmente haya puesto el arte al servicio de la <<política>>, como en Sueño y mentira de Franco [1].

[1]


Seguramente, es el arte contemporáneo el que mejor se liberó del <<servicio>> de una causa, generalmente, la causa de la Iglesia, o la causa de la monarquía y pudo volar con mayor libertad hacia su sagrado deber de embellecer y estimular la vida. Tal vez nada en la historia del arte señala mejor este paso que los paisajes de Monet [2] o las obras de Matisse. [3] Es como si el arte por fin respirara y dejara atrás sus servidumbres. Otra cosa es que el siglo XX haya obligado a los artistas a meterse en faena militante y poner su arte al servicio de una causa, fuera la revolución soviética[4] o el cartel republicano o fascista[5].

   
[2]
 
[3]

      

                         

Y en ese sentido ha cumplido una misión: la de estar en el mundo sin olvidar lo que pasa en él; pero tal actividad militante hemos de tacharla de “excepcional” y, cuanto antes, el arte debe salir de las trincheras y dedicar sus energías a otros fines. Entiendo que habrá quien considere que el arte al servicio de la alegría, del erotismo o reducido a su propia decoratividad sea interpretado como “burgués”, y tachado de individualista y frívolo por no superar la cuestión del <<autor>> o no ponerse al servicio de la causa colectiva. Aunque tal vez ambas cosas no sean excluyentes; a menudo se hablaba de la poesía, necesaria como el pan de cada día y el arte podría jugar un papel liberador, pero no necesariamente en forma de panfleto político (¿no es mejor para eso el discurso o el folleto?) sino como manera de alumbrar la perspectiva de una sociedad más libre y gozosa, sin impedir esclarecer las causas que lo hacen difícil o imposible.

 

                                              [4]                                            


[5]

 

¿Durante siglos, qué libertad tuvieron los artistas? Como comentábamos pasaron siglos o milenios “al servicio” de y aunque pugnaban, al menos  ya los artistas del Renacimiento por su estatus espiritual y su libertad como creadores, esta se hizo extremadamente difícil al menos hasta el Romanticismo: ¿cuántas “limitaciones” no hubo de sufrir Goya en su carrera, pese a que tengamos a mano sus manifestaciones más “libres”? ¿Cuánto miedo ante la inminente publicación de los Caprichos?, ¿Cuánta adulación insincera a poderosos y aristócratas? Hemos de considerar una liberación a celebrar la libertad que el arte y los artistas van ganado con el siglo XIX, y también que se separe de todo intención moral, como aún quería Kant a decir de Nietzsche. Advertimos esa primera libertad, ese acercamiento a lo sublime, en aquellos pintores que parecen no hacer caso más que a su propia alma y expresan en el paisaje turbio de  Turner [6] o en el silencio trascendente y espiritual  de Friedrich [7] una mirada ya liberada.

   

                                                        [6]                                      


                                                         [7]

MERCANCÍAS FICTICIAS. RECUPERANDO A POLANYI

El cuaderno 216 de CJ (Cristianisme i Justicia) dedica su análisis que llama "Mercancías Ficticias" a recuperar la figura...